¿Qué es el saber?
El saber en sí mismo es un conjunto de conocimientos desarrollados y acumulados en torno a un objeto de interés. Pero también el saber ayuda a explicar un proceso o un conjunto de situaciones que comparten elementos comunes; que se determinan o se complementan entre sí.
El saber también es información existente en torno a un interés u objeto de estudio; referido a procesos y situaciones donde interactúan los sujetos.
El saber es conocimiento lógicamente ordenado por los sujetos que lo producen; y reutilizado por los usuarios de conocimientos. Lo cual suele suceder cuando se estudia un campo profesional o se realiza alguna actividad productiva material o intelectual.
El saber es un instrumento que utiliza el sujeto para sustentar un discurso sobre un tema particular. Y cuando se utiliza en este sentido, el saber, genera frecuentemente saberes, no planteados originalmente. Por lo que se puede concluir que la herramienta básica para crear un conocimiento es el propio saber utilizado.
El interés por el saber parte de la premisa de la ignorancia activa; es decir, cuando se asume que no se sabe o que se es ignorante de las partes que constituyen o explican los procesos, los hechos o las situaciones, a partir de ese momento se inicia el proceso de saber para conocer.
En el contexto de las ciencias sociales un mismo saber puede tener o generar diversos sentidos; según sea el enfoque con que se maneje dicho saber. Empero, en las ciencias naturales, lo que determina la cientificidad del saber generado justo es el criterio de la uniformidad en el significado. Pues no hay que olvidar que "la ciencia observa, explica, interpreta y formula enunciados y secuencias de enunciados".
Saber y conocimiento
Como ya planteó al principio, el conocimiento es producto de una acción intencionada por saber más de los procesos, de los hechos o de las situaciones que ocurren en contextos sociales.
En la búsqueda del conocimiento se aplican saberes que ya existen sobre el tema u objeto de interés. Y si el conocimiento encontrado es producto de una intención del sujeto, es porque se pretende darle una aplicación; se pretende satisfacer la intención inicial. Y en la aplicación intencionada entra en juego el marco valórico, producto de la cultura y de la experiencia de cada sujeto.
Desde la perspectiva del capital humano, la adquisición de conocimiento profesional es una inversión. Es una inversión en conocimiento que el sujeto pretende recuperar en el corto plazo con la venta de sus servicios profesionales. De tal manera que la intención es económica; aunque, en el proceso de formación profesional es necesario, y recomendable, que la intención estrictamente pragmática del conocimiento, sea matizada por otras intenciones, es decir, motivaciones de carácter cultural; valores que formen el espíritu científico y cultural; pues el ser humano es sensible, por excelencia, a los valores humanos universales como, el servicio a los demás, la cooperación, la solidaridad y el respeto a la vida.
Pero entonces, ¿qué diferencias conceptuales existen entre saber y conocimiento?
En primera instancia cabe señalar que los dos conceptos se utilizan como sinónimos. Y hay que apuntar que no falta razón para hacerlo así. No obstante, sí existen diferencias cualitativas. Tomemos como ejemplo el saber pedagógico y la investigación educativa; o el saber de la física y la investigación de los fenómenos físicos.
El saber es, en efecto, un conjunto de conocimientos sistematizado, lógicamente ordenados en libros, revistas, archivos, disquetes o manuscritos; referidos todos ellos a un campo específico del conocimiento. Pude incluso afirmarse que es un conocimiento pasivo; ya es historia(2).
En cuanto al conocimiento, éste constituye el elemento activo o el propósito de la investigación que emprende el sujeto. Uno de los productos que obtiene el sujeto en el proceso de conocer es la experiencia; otro es la transformación de su estructura cognoscitiva; y después de ese proceso de aprehensión de las características del objeto, el sujeto ya no es el mismo.
Saber y conocer para saber hacer
En toda acción que realiza el sujeto está presente su cultura y su experiencia; y estos dos elementos diferenciadores son los que determinan el grado de significatividad y el sentido que toma el saber utilizado en la docencia.
Para saber hacer, es imprescindible saber y conocer; es decir, la tercera función intelectual importante en los procesos de aplicación de conocimiento es el dominio de procesos para la concreción de elaboraciones teóricas y abstractas. Saber hacer es la demostración de congruencia entre lo que se dice que se sabe y lo que se hace.
El saber educativo y el saber pedagógico
La educación como disciplina científica que estudia los hechos y las situaciones educativas, toma a estos hechos y situaciones como objeto de conocimiento. De tal manera que la pedagogía, como disciplina que estudia las relaciones y problemas de la enseñanza y el aprendizaje proporciona el marco metodológico para la solución de problemas pedagógicos. El marco teórico para la interpretación y explicación de los problemas pedagógicos se construye a partir de las aportaciones de las ciencias de la educación; entre las que podemos destacar, de acuerdo con Mialaret, a la filosofía, la sociología, la economía, la política, la psicología, la antropología y la historia
En consecuencia, el conocimiento generado en el campo de las ciencias de la educación exige del concurso de diversas disciplinas; requiere de las aportaciones y experiencia de diversos especialistas. En síntesis, en la producción de conocimiento educativo, la experiencia y la teoría se conjugan y se complementan; a veces se conflictúan tratando una u otra de imponerse, llegando frecuentemente a pretender sustituirse; negación de la negación, postula una de las leyes de la dialéctica, es la afirmación. Sustitución, borramiento y complementación son procesos y simultáneamente estadios de la dinámica de las relaciones entre los sujetos.
Conclusiones
En conclusión, existe un saber pasivo, acumulado, tanto en la pedagogía como en la física; y existe un saber activo, que denominamos conocimiento intencionado; buscado permanentemente por los estudiosos, motivados por su ignorancia creadora; cuyo sustento es la duda metódica; la que sostiene la inconformidad y la inquietud por saber más de lo sabido en torno a los objetos de interés temático. Si existe el interés, hay motivación por aprender; o viceversa, si existe la suficiente motivación por el objeto de estudio, habrá interés del sujeto por aprender; por saber más y por conocer.
Los saberes se refieren a hechos, situaciones y objetos; los hechos pueden ser físicos o naturales e incluso sociales; las situaciones se desarrollan en los contextos y en ellas participan sujetos sociales; en este sentido, los sujetos se convierten en objetos de conocimiento.
Los objetos son producto del hombre para su confort y beneficio; y frecuentemente los problemas surgen por la posesión de los objetos. Así, los objetos, siendo producto de la creatividad del hombre, suelen ser el origen de su propia destrucción.
Saber hacer es resolver problemas; los problemas de orden práctico demandan soluciones prácticas; por lo tanto, un problema que es resultado de las relaciones dialógicas y plurales entre los sujetos o que es motivo de los conflictos sociales, exige soluciones que demuestren un producto concreto, tangible y satisfactorio para las partes en conflicto. En estos casos, las soluciones no pueden ser abstractas ni solamente explicativas; no pueden ser elaboraciones conceptuales y teóricas; han de ser soluciones fácticas.
El saber en sí mismo es un conjunto de conocimientos desarrollados y acumulados en torno a un objeto de interés. Pero también el saber ayuda a explicar un proceso o un conjunto de situaciones que comparten elementos comunes; que se determinan o se complementan entre sí.
El saber también es información existente en torno a un interés u objeto de estudio; referido a procesos y situaciones donde interactúan los sujetos.
El saber es conocimiento lógicamente ordenado por los sujetos que lo producen; y reutilizado por los usuarios de conocimientos. Lo cual suele suceder cuando se estudia un campo profesional o se realiza alguna actividad productiva material o intelectual.
El saber es un instrumento que utiliza el sujeto para sustentar un discurso sobre un tema particular. Y cuando se utiliza en este sentido, el saber, genera frecuentemente saberes, no planteados originalmente. Por lo que se puede concluir que la herramienta básica para crear un conocimiento es el propio saber utilizado.
El interés por el saber parte de la premisa de la ignorancia activa; es decir, cuando se asume que no se sabe o que se es ignorante de las partes que constituyen o explican los procesos, los hechos o las situaciones, a partir de ese momento se inicia el proceso de saber para conocer.
En el contexto de las ciencias sociales un mismo saber puede tener o generar diversos sentidos; según sea el enfoque con que se maneje dicho saber. Empero, en las ciencias naturales, lo que determina la cientificidad del saber generado justo es el criterio de la uniformidad en el significado. Pues no hay que olvidar que "la ciencia observa, explica, interpreta y formula enunciados y secuencias de enunciados".
Saber y conocimiento
Como ya planteó al principio, el conocimiento es producto de una acción intencionada por saber más de los procesos, de los hechos o de las situaciones que ocurren en contextos sociales.
En la búsqueda del conocimiento se aplican saberes que ya existen sobre el tema u objeto de interés. Y si el conocimiento encontrado es producto de una intención del sujeto, es porque se pretende darle una aplicación; se pretende satisfacer la intención inicial. Y en la aplicación intencionada entra en juego el marco valórico, producto de la cultura y de la experiencia de cada sujeto.
Desde la perspectiva del capital humano, la adquisición de conocimiento profesional es una inversión. Es una inversión en conocimiento que el sujeto pretende recuperar en el corto plazo con la venta de sus servicios profesionales. De tal manera que la intención es económica; aunque, en el proceso de formación profesional es necesario, y recomendable, que la intención estrictamente pragmática del conocimiento, sea matizada por otras intenciones, es decir, motivaciones de carácter cultural; valores que formen el espíritu científico y cultural; pues el ser humano es sensible, por excelencia, a los valores humanos universales como, el servicio a los demás, la cooperación, la solidaridad y el respeto a la vida.
Pero entonces, ¿qué diferencias conceptuales existen entre saber y conocimiento?
En primera instancia cabe señalar que los dos conceptos se utilizan como sinónimos. Y hay que apuntar que no falta razón para hacerlo así. No obstante, sí existen diferencias cualitativas. Tomemos como ejemplo el saber pedagógico y la investigación educativa; o el saber de la física y la investigación de los fenómenos físicos.
El saber es, en efecto, un conjunto de conocimientos sistematizado, lógicamente ordenados en libros, revistas, archivos, disquetes o manuscritos; referidos todos ellos a un campo específico del conocimiento. Pude incluso afirmarse que es un conocimiento pasivo; ya es historia(2).
En cuanto al conocimiento, éste constituye el elemento activo o el propósito de la investigación que emprende el sujeto. Uno de los productos que obtiene el sujeto en el proceso de conocer es la experiencia; otro es la transformación de su estructura cognoscitiva; y después de ese proceso de aprehensión de las características del objeto, el sujeto ya no es el mismo.
Saber y conocer para saber hacer
En toda acción que realiza el sujeto está presente su cultura y su experiencia; y estos dos elementos diferenciadores son los que determinan el grado de significatividad y el sentido que toma el saber utilizado en la docencia.
Para saber hacer, es imprescindible saber y conocer; es decir, la tercera función intelectual importante en los procesos de aplicación de conocimiento es el dominio de procesos para la concreción de elaboraciones teóricas y abstractas. Saber hacer es la demostración de congruencia entre lo que se dice que se sabe y lo que se hace.
El saber educativo y el saber pedagógico
La educación como disciplina científica que estudia los hechos y las situaciones educativas, toma a estos hechos y situaciones como objeto de conocimiento. De tal manera que la pedagogía, como disciplina que estudia las relaciones y problemas de la enseñanza y el aprendizaje proporciona el marco metodológico para la solución de problemas pedagógicos. El marco teórico para la interpretación y explicación de los problemas pedagógicos se construye a partir de las aportaciones de las ciencias de la educación; entre las que podemos destacar, de acuerdo con Mialaret, a la filosofía, la sociología, la economía, la política, la psicología, la antropología y la historia
En consecuencia, el conocimiento generado en el campo de las ciencias de la educación exige del concurso de diversas disciplinas; requiere de las aportaciones y experiencia de diversos especialistas. En síntesis, en la producción de conocimiento educativo, la experiencia y la teoría se conjugan y se complementan; a veces se conflictúan tratando una u otra de imponerse, llegando frecuentemente a pretender sustituirse; negación de la negación, postula una de las leyes de la dialéctica, es la afirmación. Sustitución, borramiento y complementación son procesos y simultáneamente estadios de la dinámica de las relaciones entre los sujetos.
Conclusiones
En conclusión, existe un saber pasivo, acumulado, tanto en la pedagogía como en la física; y existe un saber activo, que denominamos conocimiento intencionado; buscado permanentemente por los estudiosos, motivados por su ignorancia creadora; cuyo sustento es la duda metódica; la que sostiene la inconformidad y la inquietud por saber más de lo sabido en torno a los objetos de interés temático. Si existe el interés, hay motivación por aprender; o viceversa, si existe la suficiente motivación por el objeto de estudio, habrá interés del sujeto por aprender; por saber más y por conocer.
Los saberes se refieren a hechos, situaciones y objetos; los hechos pueden ser físicos o naturales e incluso sociales; las situaciones se desarrollan en los contextos y en ellas participan sujetos sociales; en este sentido, los sujetos se convierten en objetos de conocimiento.
Los objetos son producto del hombre para su confort y beneficio; y frecuentemente los problemas surgen por la posesión de los objetos. Así, los objetos, siendo producto de la creatividad del hombre, suelen ser el origen de su propia destrucción.
Saber hacer es resolver problemas; los problemas de orden práctico demandan soluciones prácticas; por lo tanto, un problema que es resultado de las relaciones dialógicas y plurales entre los sujetos o que es motivo de los conflictos sociales, exige soluciones que demuestren un producto concreto, tangible y satisfactorio para las partes en conflicto. En estos casos, las soluciones no pueden ser abstractas ni solamente explicativas; no pueden ser elaboraciones conceptuales y teóricas; han de ser soluciones fácticas.
1 comentario:
Muy bien. La entrada es correcta.
Publicar un comentario